Diez artistas esenciales de la música cubana

Nombres imprescindibles para conocer y comprender mejor el sonido de la isla.

Por dónde comenzar si se quiere entrar al mundo casi infinito de la música cubana.

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Pérez Prado

"1, 2, 3: ¡Maaaaaambo!". Todas los mambos se parecen entre sí, y es que todos tienen un mismo molde: el de Dámaso Pérez Prado (1916-1989). A este cantante, músico y compositor originario de Matanzas nadie podría arrebatarle el título de "rey del mambo". Levantó el género con su peculiar trabajo sobre el órgano y sus característicos gritos; y entonces lo exportó a México y Estados Unidos. Lou Bega lo llevó a MTV y Federico Fellini, a La dolce vita. Su mambo es rico, qué rico es.

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Silvio Rodríguez

El trovador por excelencia, no sólo de Cuba sino para toda Latinoamérica. La voz más importante del movimiento de Nueva Trova Cubana le puso en los años setenta poesía a la revolución castrista, pero sus canciones probaron ser fundamentales para que el resto del continente librara también sus propias batallas sociales, fuese en el triunfo sandinista en Nicaracagua o en el Chile contra Pinochet. Muchos de quienes hoy tienen 40 años, aprendieron a tocar guitarra adaptando su cancionero romántico. La huella de Silvio Rodríguez (n. 1946) es incalculable, tanto por la inspiración con la que ha dotado a movimientos sociales como en el impacto íntimo del enamoramiento en español.

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Bola de Nieve

Una voz aguda, casi femenina, salía en los años cuarenta de un cuerpo grueso, oscuro y risueño. Ignacio Jacinto Villa Fernández (1911-1971) se hizo famoso como "Bola de Nieve", primero como pianista y luego como cantante de piezas tan simples pero cautivadoras como “Ay, mama Inés”. Adoptó a su voz teatral —a la vez viva y triste— un cancionero amplio, con estándares en inglés, francés, italiano, catalán y portugués. El Primer Mundo cayó rendido ante la voz de este cubano de vocación globalizada, antes de que la palabra fuese una imposición de márketing.

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Celia Cruz

La infinita simpatía de Celia Cruz (1925-2003) sobre el escenario fue marca de su estilo, tanto como su extravagancia en el vestir, su movimiento de caderas y su infaltable grito de "¡Azúcar!". La reina de la salsa afrocaribeña desarrolló la parte más importante de su carrera en Estados Unidos, donde se instaló en 1959 luego de años de exitoso liderazgo vocal en la vibrante Sonora Matancera. Enemiga eterna del régimen castrista, Cruz se abrió al cruce de influencias que le ofreció Norteamérica, tanto como parte de la orquesta Fania All-Stars como en una discografía solista que rozó por momentos el pop y que la hizo famosa en todo el continente.

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Pablo Milanés

Silvio Rodríguez fue el máximo poeta de la Nueva Trova Cubana, pero Pablo Milanés (n. 1943) consiguió acomodar, a su lado, un estilo propio y un cancionero significativo, con algunos hitos interesantes en su fusión de elementos trovadorescos y de jazz, profundo a la vez en la temática social como en la amorosa. “Yolanda” es su gran legado a la banda sonora romántica del continente.

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Compay Segundo

El mundo llegó tardíamente a conocer el talento de Compay Segundo (1907-2003), pero una vez que lo hizo no quiso despegarse de su voz. El intérprete más importante del proyecto

Buena Vista Social Club

(1997) difundió en ese disco un estilo cultivado por décadas en fábricas de habanos y salones de hotel, y en sociedades importantes para la música cubana, como el dúo Los Compadres y el sexteto Los Seis Ases. Nombre fundamental para aprender sobre géneros como la guaracha y el son, Compay murió a los 95 años de edad, activo hasta el final en la grabación; siempre, como no, con un puro enorme entre los dedos.

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La Lupe

Si Celia Cruz es la simpatía y Omara Portuondo la elegancia, La Lupe (1939-1992) es el desbande. Extrovertida, acelerada, intensa; su voz poderosa marcó un estilo único para la música cubana, vinculado a lo histriónico y a cierto dramatismo que se hizo carne, también, en su tormentosa vida personal. Se le conoció como "la reina del soul latino", y sus grabaciones con gente como Tito Puente y Mongo Santamaría demuestran el terremoto en el que podía convertir cualquier bolero o salsa a su cargo. Fue la primera cantante latina en presentarse en el Carnegie Hall y el Madison Square Garden de Nueva York, pero su vida terminó en una serie de problemas sentimentales y económicos; apenas reconocida por sus contemporáneos. Un nuevo público ha redescubierto su música, gracias a la influencia de gente como Pedro Almodóvar: el tema “Puro teatro” acompañó la banda sonora del filme

Mujeres al borde de un ataque de nervios

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Ibrahim Ferrer

El son tuvo en Ibrahim Ferrer (1927-2005) al más suave y elegante de los intérpretes. El mundo lo conoció gracias a Buena Vista Social Club (1997), y el cantante vivió luego de ello casi dos décadas de importantes viajes, grabaciones y colaboraciones (algunas, tan inesperadas como con el grupo pop Gorillaz). Reivindicó hacia el final de su vida un talento que sufrió por largo tiempo del descuido de su entorno; tanto así como para haberlo obligado a casi abandonar la música para ganarse la vida como lustrador de zapatos. Su voz tranquila y sentimental imprimió melancolía a cualquier bolero, guaracha o son que pasó por su garganta.

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Sindo Garay

La trova cubana reivindica a Sindo Garay (1867-1968) como una influencia clave, pese a que de su trabajo apenas se encuentran grabaciones y que su trabajo corrió por fuera de la distribución musical masiva. La poética de sus versos y la imaginación de sus armonías marcan el amplio cancionero (más de seiscientos títulos) legado por este magnífico compositor a quien el poeta español Federico García Lorca llamó "El gran faraón de Cuba". “Amargas verdades”, “Mujer bayamesa”, “Guarina”, “La tarde”, “Perla” y “Retorna” han sido grabadas por cientos de cantantes, y son consideradas parte del patrimonio cultural cubano.

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Orishas

Ha sido la agrupación más difundida hasta ahora en el género del hip-hop cubano; en parte porque su decisión de radicarse en Francia le abrió puertas para grabaciones y giras impensadas para sus compañeros en la isla. Orishas llegó, incluso, a obtener premios Grammy. Durante sus once años de trabajo, el trío mostró mundialmente un tipo de rap que buscó combinar sus influencias nacionales con la raíz africana, y que reivindicó el legado negro en la cultural juvenil cubana. El apoyo que en algún momento les brindó Fidel Castro constituyó el primer gesto de su régimen en favor de un conjunto de hip-hop. El grupo se separó en 2010 luego de publicar cuatro álbumes.